sábado, 24 de abril de 2010

SECUENCIAS VIBRATORIAS EN NUESTRA SALUD

INTRODUCCIÓN:
Quisiera compartir con ustedes, unas notas que me envió por medio de Facebook, NANCY LASALLE,
amiga Argentina que tengo en dicha página.
Nos habla sobre estados vibratorios que nos son comunes y que están sucediendo cotidianamente, que inciden en nuestras NORMAS y se reflejan con nuestra ACTITUD.
Están estrechamente relacionadas con una diversidad de HERRAMIENTAS TERAPÉUTICAS que usamos en PNL y que constituyen un soporte importante a considerar, por quienes se identifiquen con lo expuesto.
Agradezco a Nancy Lasalle que me permitió publicar su envío, que paso a mostrarles a continuación.
Julio Cuevas G.

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Ayer a las 14:46

La frecuencia puede definirse como el número de ciclos idénticos de un

fenómeno por unidad de tiempo. Y así la frecuencia respiratoria se

refiere al número de ciclos respiratorios por minuto. Si una emisora

emite a una frecuencia de 105,8 un programa en el que interviene nuestro

cantante preferido, es necesario sintonizar con esa frecuencia para

poder oírlo. Si lo hacemos un poco antes o después no podremos escuchar la entrevista. Lo mismo pasa con la salud o la enfermedad.



Cada pensamiento, cada sentimiento, cada emoción que tenemos vibran a una determinada frecuencia que podemos comparar con una emisora. Podemos comparar nuestro cerebro con un instrumento de retransmisión, como una radio que capta lo que difunde la emisora que sintonizamos al elegir la frecuencia.







Supongamos que una de tus vecinas va a tu casa y te dice: “tienes

suerte, cada vez que vengo oigo melodías agradables en tu radio. En mi

casa no escucho más que malas noticias que me preocupan y una música que me vuelve loca”. ¿Le responderías que tiene razón, que tienes suerte y ella no? Por supuesto que no, porque sabes muy bien que la suerte no

tiene nada que ver con esto. Más bien le dirías: “No tienes mas que

cambiar de emisora o de frecuencia.





ENFERMAR, SENTIRSE DESGRACIADO O ENCONTRARSE EN UNA SITUACIÓN DESAGRADABLE NO ES CUESTIÓN DE MALA SUERTE NI UNA CASUALIDAD O UN CASTIGO DIVINO. NO ES MAS QUE SINTONIZARSE CON DETERMINADA FRECUENCIA.







Solo hay que cambiar de una frecuencia negativa a otra positiva para que

el malestar, el dolor o la enfermedad desaparezca, para transformar una

situación difícil o para mejorar nuestra relación con los demás.





Veamos un ejemplo: contrato el servicio de una empresa de mudanzas

especializada en el transporte de instrumentos musicales para que trasladen mi piano lacad en negro. Durante el trayecto uno de los empleados realiza una falsa maniobra que hace que el piano se desnivele y se raye en un lado. Yo me enfado muchísimo y la emprendo con el responsable de la empresa exigiéndole una reparación.



Estoy enfadado y triste a la vez ya que este piano era de mi padre. Esta

emoción me ha dejado sin energía. Al día siguiente aparece en mi labio

una calentura además de una erupción de granos en el brazo.



La empresa lleva el piano a un taller de restauración que lo deja como

nuevo. Ya no tengo ninguna razón para seguir enfadada e incluso aprecio

el servicio que me han ofrecido pensando que son cosas que pasan. Los

granos y la calentura desaparecen y recupero mi energía. YA NO ESTOY EN

LA FRECUENCIA DEL ENFADO.





Por consiguiente las frecuencias vibratorias pueden ser altas o bajas: las altas están relacionadas con la salud, el bienestar, la armonía y la felicidad. Y las bajas dan como resultado el malestar, sufrimiento y enfermedad. De hecho sería mejor utilizar los términos de “armonía” y “equilibrio” para definir el estado de salud y “falta de armonía” y “desequilibrio” para expresar lo que llamamos malestar o enfermedad. La curación no es más que volver al estado de armonía y equilibrio.



PERO RECUERDA QUE ERES LIBRE DE SINTONIZAR CON UNA U OTRA FRECUENCIA. Al conocer el funcionamiento de las frecuencias vibratorias, podemos comprender cómo damos lugar a tal o cual enfermedad.





Lo mismo sucede con los acontecimientos que vivimos en nuestra vida. Las frecuencias vibratorias existen en nuestras vidas con una función de continuidad: cambian pues de un momento a otro siguiendo una cadena. Si pensamos en nuestra vida, ¿no es una sucesión –cadena- de acontecimientos agradables y desagradables?













La Metamedicina se interesa en algo más que la curación del cuerpo

físico de la persona, pues se centra en la asimilación de la lección que

la persona afectada debe aprender para su evolución.





Ahora disponemos de una buena visión de la primera parte de la ley de la

responsabilidad que consiste en aceptar que nada es fruto del azar.

Todo tiene su razón de ser, y SEGÚN LAS FRECUENCIAS VIBRATORIAS

ENGENDRADAS POR NUESTROS PENSAMIENTOS, CREENCIAS, SENTIMIENTOS, EMOCIONES ASÍ COMO LAS PALABRAS QUE PRONUNCIAMOS Y LAS LECCIONES QUE TENEMOS QUE INTEGRAR, ENCONTRAREMOS EN EL MUNDO LOS ACONTECIMIENTOS O LAS CIRCUNSTANCIAS QUE LE CORRESPONDEN.





Una vez asimilada esta primera parte, no podemos sentirnos ya víctimas y decir: “No es mi culpa”, “no he tenido suerte”. Tampoco podemos actuar como abogados que buscan un culpable al que acusar: “Mis úlceras de estómago son por su culpa, él escucha siempre las noticias y esto me angustia”. “Es él o ella quien ha provocado mi enfado”. “Mi padre ha destruido mi vida”. “Mi madre nunca me ha querido, por eso no puedo ser feliz”.





Con la ley de la responsabilidad, ya no hay víctimas ni verdugos. Por

consiguiente no puedes acusar a los demás de lo que vives porque

ineludiblemente hay algo en ti que te hace reaccionar de esa manera o

lleva al otro a tratarte así. El otro no es más que un espejo en el que

nos miramos. Uno puede rechazar su furia y otro expresarla con violencia

pero ambos están presos en ella.





Esto no significa que tengamos que permitir que un niño soporte malos

tratos de su padre, ni dejar que los que sufren expresen su violencia

sin reaccionar, ni que los genocidas aniquilen a su pueblo. No solo

tenemos una responsabilidad individual respecto a nuestra salud y

felicidad, también tenemos una responsabilidad colectiva.





Una historia cuenta que un día el cerebro, el pulmón y el corazón

discutían para saber cual de ellos era más importante. El cerebro decía:

“soy yo porque doy las órdenes”. Los pulmones replicaron: “Sin aire no

puedes funcionar, por tanto, yo soy más importante. El corazón dijo: “Sin mi, tu aire no circularía y ambos os asfixiaríais”. El ano al oírles discutir se cerró y les dijo: “Cuando os hayáis puesto de acuerdo, me abriré.”





Este pequeño cuento nos demuestra que un organismo es primero y ante

todo un conjunto de componentes y que si uno de los órganos está

afectado, repercutirá en el resto del organismo. Si vivimos en armonía

con nosotros mismos y con nuestro entorno, nuestro cuerpo lo reflejará

con un estado físico en el que todas nuestras células colaborarán

armónicamente. De este modo llegamos a la conclusión de que nos

corresponde a nosotros mismos responsabilizarnos de nuestra salud y

nuestra felicidad.





Si reconocemos que hemos creado tal o cual situación o hemos atraído

determinado acontecimiento a nuestra vida y pensamos que este

acontecimiento no “es correcto” o que es malo, esto no puede más que

llevarnos a adoptar una actitud reprobatoria o un sentimiento de

culpabilidad. Sin embargo si comprendemos que son nuestras actitudes las que han dado lugar a esos acontecimientos, podremos aceptar éstos sin culpabilizarnos, porque esos acontecimientos están relacionados

directamente con las lecciones que debemos integrar en nuestra

evolución.





Esta segunda parte de la ley se basa en el reconocimiento de que la

situación creada o el acontecimiento vivido eran necesarios para nuestro

camino evolutivo.





Es lo mismo que decir que, cualquier cosa que hayamos vivido, cualquiera que sea la enfermedad que nos afecta o el trágico suceso que hayamos sufrido, lo necesitábamos para asimilar lecciones esenciales para nuestra evolución. En las lecciones de vida que tenemos que integrar todo es perfecto, aunque a menudo únicamente lo vemos retrospectivamente o en la distancia.





Admitirlo nos hace adquirir mucha más flexibilidad ante las situaciones

que encontramos en la vida o ante las personas que tratamos. Reconoce

que todo es perfecto no significa abdicar, abandonarse o no reaccionar.

Al contrario es actuar con responsabilidad en lugar de elegir la vía de

la rebelión o de la abdicación. Abdicar es cruzarse de brazos y creernos sometidos a una fatalidad de la que no podemos escapar.















POR EL CONTRARIO ACTUAR CON RESPONSABILIDAD ES:





Reconocer que somos los creadores de nuestra vida.

Intentar comprender la razón de este desequilibrio y la lección que

debemos asimilar.

Pasar a la acción para recuperar la armonía

Esta actitud aumentará tu bienestar a la vez que progresas en tu CAMINO EVOLUTIVO.

Nancy.-





♥♥Cambia de frecuencia, Vibra en lo más alto...!!!!!♥♥ Besos...

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